3 de agosto de 2012

XXII Triatlón Canal de Castilla: superando obstáculos

¡Vaya mes de julio tan intenso de trabajo que he tenido! Pero por fin han llegado las vacaciones y me siento a escribir para narrar cómo viví el XXII Triatlón Canal de Castilla. Lo primero que me gustaría destacar es lo ilusionado que estaba con participar en este triatlón. Hasta ahora se había celebrado en el mes de agosto y siempre me encontraba de vacaciones, sin posibilidad de acercarme, y ahora se presentaba una buena ocasión. También porque el marco me resulta muy entrañable como castellano. Y porque la prueba parecía diseñada para mis capacidades: natación reducida en la dársena del Canal, segmento ciclista totalmente llano y con buena temperatura, y carrera por camino umbrío. Además, iba a competir rodeado de amigos y conocidos de León, de los clubs de Valladolid y de todos los compañeros oficiales de la Federación de triatlón de Castilla y León.
¡El día insuperable! Llegué con más de hora y media de anticipación y me hice con el dorsal, saludé a los conocidos y todo con mucha tranquilidad. Me fui al coche y me puse a preparar todo cuidadosamente ya que, de alguna, manera me siento con la responsabilidad de hacer muy bien todo aquello que, en unas ocasiones, trato de transmitir y, en otras, debo verificar que se realizan correctamente.
Voy centrándome en la prueba y bajo la bici del coche. Aprecio que la cubierta de la rueda trasera está muy desgastada y temo por la prueba a la vez que me digo: ¡qué desastre eres, así no se puede ir a competir! Aprovecho para seleccionar el desarrollo con el que voy a salir de boxes y noto la maneta del cambio trasero bloqueada, es decir, no baja el desviador a las coronas inferiores. En ese momento, le quito importancia y pienso que se solucionará. Sigo preparando el resto y vuelvo sobre la maneta. Ahora sí que me pongo nervioso porque esta hecha un bloque y no funciona de ninguna
manera. Saco el neceser con las herramientas y empiezo la operación quirúrgica, pero sin resultado. En plena operación me saluda Antonio Fernández, que también es del Triatlón León, pero no nos conocíamos más que por el blog. Le comento mi situación y lo comprende. Forzando, acabo por romper del todo la maneta y me hago una herida en la muñeca. El tiempo también se reducía.
La primera impresión que me pasó fue la de ver cómo todas las ilusiones y el trabajo se venía abajo y había que dar por finalizado el triatlón. La siguiente fue la de intentar completar el segmento de natación todo lo mejor que pudiese y ya estaba. Por último, pelear todo hasta el final como fuese. Aposté por esta opción: no iba a ser el mejor triatlón de mi vida pero no me iba a ir a casa tranquilamente.
Repasé mentalmente el recorrido ciclista de un golpe y concluí que lo podía hacer con una única corona. Seleccioné la de 14 dientes, ya que es bastante versátil con los dos platos, y me sentía capaz de moverla en todo el trayecto. Así que me puse manos a la obra para fijar el desviador en esa corona. Fue fácil ya que bastó simplemente jugar con el cable y el tornillo que lo aprisiona al desviador. Así, dejé la bici en boxes. La moral un poco por el suelo y, por supuesto, totalmente descentrado y todos los tritrucos y triconsejos se encontraban en el fondo de mi subsconsciente: creo que lo único que hice bien fue poner las gomas.
Con el neopreno puesto, Marcos Lobo me animaba en mi situación y me lancé al agua a calentar. Mi estado era entre desanimado y a punto de abandonar. Fui hasta la salida un par de veces. En la segunda con tan buena puntería que logro chocar cabeza con cabeza con una chica, de eso que te quedas tambaleando como si hubiesen impactado dos portaviones: ¡vaya claramente hoy no es mi día!.
Foto de la salida de la prueba realizada por Virginia Herrero
Situado atrás del todo, suena la bocina y salgo inundado de dudas. Me planteo abandonar y dejo de nadar pero sigo en el agua avanzando a braza y con la cabeza fuera del agua mientras voy pensando qué hago. Lo más increible es que me planto en la llegada de esta manera y todavía quedaban por detrás unos cuantos. Creo que salí del agua en el puesto 30 de 38. Para haberlo hecho "de paseo" mientras decidía si abandonaba no estaba mal.
Con Iván en el segmento ciclista
Transición perfecta y sin problemas con el neopreno. Salto sobre la bici con precisión y me sale bien. Voy entonándome dando pedales y paso a varios grupos hasta que logro alcanzar a un grupillo en el que va Iván Zancajo. Nos ponemos los dos a trabajar aunque con la limitación de que, por mi parte, todo al mismo ritmo que era bajo en las ligeras bajadillas. Iván me comenta que después del giro apretemos un poco más para dar un "hachazo". Lo cierto es que una vez que realicé el giro estaba solo y no sabía qué había pasado con Iván. Luego me explicó que se le subió el gemelo y tuvo que reducir el ritmo para no echar a perder la carrera (También lo cuenta en su blog: Pulgada a pulgada).
¡Vaya mamporro me dí al llegar a la línea de desmontaje! La verdad, es que no sé cómo lo hice porque me había soltado bien las zapatillas. Es posible que no pasase la pierna por detrás al tener que pedalear para no quedarme clavado con el desarrollo que llevaba y la ligera subida. Total que me caí para atrás y me di una buena culada. Me daba ya un poco igual. Además, según calculé, había pasado a unos diez.
Antes de pasar a los dos compañeros
Como ya iba siendo la tónica de esta prueba, me doy cuenta de que llevo sueltas las gomas de las zapatillas y me tengo que parar a apretarlas. Adelanto a un primer corredor y más tarde a otros dos que me siguen un rato y, más tarde, se descuelgan. El ritmo me parecía flojo pero, aunque no voy al límite, tampoco me da para ir más suelto. Lo cierto es que cuando vuelvo a pasar por la dársena dudo de lo que me queda y del recorrido y en ese momento los dos compañeros que venían por detrás me vuelven a pasar. Les dejo irse porque pienso que todavía les puedo volver a pasar.
Cuando me doy cuenta estoy en un giro que conduce a la recta de meta y, aunque aprieto, no logro darles alcance y pasamos por meta. Entro el puesto 21 y me recrimino no haber logrado el 19.
Con Antonio Fernández y Fernando Ortega
en la dársena del Canal de Castilla
En la meta conocí a Tegaday Cordobés y aproveché para sacar unas fotos con Fernando Ortega y Antonio Fernández. Lo mejor vino después ya que Luis Ángel Fernández me había invitado a comer y pasamos un rato muy agradable junto con Fernando, Marcos Lobo, Helena y todos los conocidos del TriPi.
Enhorabuena a la organización por esta prueba tan atractiva y por su impecable realización en el corazón de Castilla. ¡Ah! y gracias a Virginia Herrero por las fotos.
Lo que parecía que no iba a terminar bien, fue de peor a mejor y me acordaba de todos los triconsejos y tritrucos que, como decía en la entrada, facilitan una buena realización, pero ahora comprobaba que en las peores circunstancias se puede seguir adelante con los medios más esenciales y la voluntad de competir, eso sí, repasando el material el día anterior a la prueba.

1 comentario:

  1. Donde has andado todo este tiempo, machote? pense que te habias ido del pais!!!, pero ya veo que no pierdes el tiempo.Estás hecho un fiera!!!

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