5 de julio de 2011

Por fin el Pileñes (2012 m)!!!

En la cumbre del Pileñes
Después de varios intentos, por fin hemos logrado coronar el Pileñes (2012 m) el pasado sábado 2 de julio. Hace como un año intenté subir desde La Uña siguiendo el valle de Valdosín, al norte de la provincia de León, en primavera. En aquella ocasión vine con José Luis y Pablo, pero nos encontramos con bastante nieve y logramos acceder al collado entre Peña Ten y Pileñes. Desde ahí, me acerqué con Pablo con intención de hacernos con la cumbre, pero había mucha niebla. Menos mal que no nos lanzamos porque, por lo que he podido ver en esta ocasión, nos la habríamos jugado.
En esta ocasión, tanto Juan Caballero -experimentado compañero de cordada- como yo, nos hemos decidido para disfrutar de un buen recorrido de verano. Efectivamente, ha sido un disfrute desde el principio hasta el final tanto por el gran recorrido, la ascensión inmediata a la cumbre y las vistas desde la cumbre.
Juan amaestrando a las fieras
Iniciamos la aproximación recorriendo todo el valle de Valdosín que se encontraba muy verde, con mucha agua y con toda la vegetación florida. Muy llamativos las brezos. Llegamos hasta el puerto de Ventaniella. Un recorrido explendido. Desde aquí, accedimos a través de unas laderas pronunciadas con espinos hasta una planicie en la que pastan los caballos a sus anchas. Recuerdo que había unas charcas amplias, pero en esta ocasión se encontraban desecadas. También dejamos atrás algunas simas que hay por la zona cerca del puerto.
Atacamos la ascensión al bloque de la cumbre por la ruta más intuitiva: hasta el collado entre Peña Ten y el bloque de Pileñes. Dejamos el plano y la guía en casa, pero creo que hemos desarrollado ya un olfato que sólo nos falla en contadas ocasiones, lo que da cierta emoción a la ascensión y, sobre todo, mucha satisfacción cuando lo logramos. Llegamos hasta el collado y continuamos por la ladera sur de Pileñes. Dudamos si rodearla por el norte y acceder por la ladera norte o atacar por el sur. Algo nos dijo que la cumbre se subía por detrás ya que la ladera sur presentaba unas canales de canchal que no sabíamos si en el tramo final habría una trepada fácil. Enfilamos la ladera para acceder a la ladera norte por el único paso que parecía que se podía.
Vista del Macizo Occidental de los Picos de Europa desde la cumbre del Pileñes
Cuando llegamos nos encontramos con un hito que marcaba el paso. Confirmamos que debía ser el paso natural. Seguimos por una senda por la piedra que bordeaba un espolón norte y daba acceso a una ladera de hierba con bastante pendiente y expuesta con la hierba mojada o con nieve. Me bloqueo en el espolón y le digo a Juan que me quedo allí. Miro para abajo y veo que circulamos por una ladera que termina sobre una pared que previo salto de varios cientos de metros termina en un valle con caballos que se ven como pulgas. Juan me dice que me acostumbre y que vaya paso a paso por la senda que te da piso entre la hierba. Le hago caso porque la experiencia me recuerda que es una impresión subjetiva y que tenemos recursos para abordar el último tramo. Pasa Juan delante y vamos paso a paso por la sendilla con pendiente en oblicuo.
Vista de Peña Ten desde la cumbre del Pileñes
Logramos coronar la amplia cumbre y nos damos un abrazo. Muchos recuerdos nos invaden de situaciones que hemos superado y caemos en la cuenta que hemos perdido facultades. Recordamos la ascensión al Yordas por la pared este en la que fue Juan reconociendo terreno. Trepada de las buenas, hasta que Juan me grita que está en la cumbre y que siga adelante. Miraba para abajo entre las piernas. Pufff, pero a cuatro patas parece más sencillo. También recordamos cuando nos dimos la vuelta en Peña Ten, que tenemos enfrente, por el hielo. Nos reimos por el equipo que llevábamos: íbamos con vaqueros y botas de senderismo.
Comemos en la cumbre,disfrutamos de la vista y nos bajamos. Hicimos un motón de fotos de bajada. Diseñamos el recorrido de descenso para optimizar esfuerzos y nos tumbamos en el puerto de Ventaniella a recuperar y beber. Terminamos todo el muesli y las botellas de agua: nos hemos liquidado casi dos litros cada uno. Continuamos y nos bañamos en unas pozas cercanas al camino, en la hoces del valle de Valdosín. El agua está helada y Juan, como ha estado hace unos días con otitis, disfruta del sol. Muy buena excursión que termina con un par de huevos fritos en Riaño. Esperemos que abramos una nueva época de clásicas y nos acostumbremos ya que tanta silla nos está haciendo perder facultades, menos mal que llevamos muchas guerras como para rendirnos ahora...

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